Una mañana, la familia de Jim Morrison viajaba en auto por una autopista entre Albuquerque y Santa Fe. Jim, sus padres y abuelos iban en el carro. De pronto, su padre orilló el automóvil y él y el abuelo de Jimmy salieron a investigar qué había pasado.
El pequeño Jim alcanzó a ver los restos de un terrible accidente entre un auto y una camioneta que transportaba a algunos trabajadores. Los ocupantes de la camioneta eran, en palabras del propio Jim Morrison, indígenas; probablemente de la tribu Pueblo o Hopi. Aunque en una entrevista reciente, el conductor de la camioneta, Tony Montoya, mencionó que los involucrados no eran indios sino hispanos.
Muertos y heridos yacían sobre la autopista de tan sólo dos carriles. Jimmy trató de bajar para alcanzar a su padre y a su abuelo, pero su madre no lo dejó. Los heridos se quejaban y lloraban, pero había poco que los Morrison pudieran hacer. Steve decidió regresar al auto y emprender el camino de nuevo. Pararon en la primera gasolinera para llamar a la policía y a una ambulancia.
El pequeño Jimmy estaba visiblemente afectado y no paraba de hacer preguntas. Al ver a su hijo tan afligido, Stephen Morrison trató de tranquilizarlo diciendo: “Jimmy, aquello no pasó realmente. Solo fue un mal sueño”.
Sin embargo, Morrison nunca olvidó el incidente. “Fue la primera vez que probé el miedo”, Jim mencionó años después en un estudio de grabación de Hollywood. En aquella grabación contenida en el disco An American Prayer Jim Morrison menciona: “… Pero la reacción que tengo ahora, recordando, es que posiblemente, el espíritu de alguno de aquellos indios, tal vez uno o dos de ellos, corrían por ahí, asustados y entraron en mi espíritu”
Así fue como El Rey Lagarto describió aquel suceso que tuvo un profundo impacto en su vida. Jim también mencionó que el miedo que sintió se tornó aún más intenso cuando se dio cuenta de que los adultos de su familia no tenían más control sobre la situación de la que él, como niño, tenía.